Comenzaré esta rueda de mates con un viejo cuento:
En la época que comenzaron los ferrocarriles, un joven fue a
buscar trabajo a un campo, por ese campo pasaba el ferrocarril.
El propietario tenía que salir de viaje por unos
días y antes de contratarlo y dejarlo a cargo le preguntó si conocía el Ferrocarril. El joven jamás había visto un tren, pero por conseguir el trabajo le confirmó que lo conocía muy bien, por lo cual le encargó que cuando escuchara que venía el tren arriara el
ganado lejos de las vías.
Y…vino el ferrocarril, y... dejó el tendal de ganado sobre las
vías, cuando el peón vio el tren …ya era tarde…
Un tiempo después, estaba en la ciudad y vio un carrito de
manicero, de esos con forma de locomotora en miniatura.
Tomó un garrote y
destrozó el carrito del manicero. La respuesta del frustrado peón ante el desconcierto y
enojo del manicero fue:
-
A estos bichos
hay que matarlos de chicos…porque cuando crecen hacen estragos!!!! .
Este cuento es para explicar que opino igual que el peón en
cuanto a los celos y los enojos ¡hay que
matarlos de chicos, porque cuando crecen hacen estragos!.
Para que no crezcan y destruirlos en sus comienzos, me parecen excelentes los siguientes conceptos de Paramahansa Yogananda, en su libro Meditaciones Metafísicas: